La inglesa Emily Heaslip (WSL) cuenta en una entrevista que arbitrar “engancha” porque cada partido exige leer el juego, gestionar emociones y decidir bajo foco público. Su relato, publicado por The Guardian con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, dibuja a una exfutbolista que encontró detrás del silbato un lugar de liderazgo… y de exposición.
De jugadora a referente arbitral
Heaslip explica que no veía su futuro en el arbitraje hasta que probó y descubrió una “adicción” sana: la de acertar decisiones complejas en segundos y sostener el ritmo del partido. Subraya que, a diferencia de las futbolistas, las buenas decisiones arbitrales rara vez se viralizan, pero asume esa invisibilidad como parte del oficio.
Abuso, resiliencia y salud mental
La colegiada reconoce episodios de abuso —en campo y online— y cómo afectan a la concentración y a la vida cotidiana. Su respuesta combina autocuidado, apoyo de su entorno y formación específica en comunicación con futbolistas y banquillos. Pone el acento en normalizar que las árbitras pidan ayuda y hablen de lo que sienten sin estigma, especialmente en semanas de alta exposición mediática.
Respeto en la WSL y mejora del ecosistema
Heaslip defiende que el respeto no depende solo de sanciones: educación a plantillas y aficiones, mensajes claros de los clubes y relato mediático responsable. También pide contexto para entender el error humano y que la conversación pública no reduzca a la árbitra a un fallo aislado. Su historia recuerda que el arbitraje es técnica, condición física y gestión emocional, y que cuidar a quienes lo ejercen mejora el espectáculo.
Fuentes
The Guardian. “‘Refereeing is addictive’: Emily Heaslip on going from footballer to official and dealing with abuse.” 10 oct 2025. The Guardian