En abril, Kerstin Casparij celebró un gol con el Manchester City besando una pulsera con los colores de la bandera trans. El gesto, en plena WSL y tras una polémica sentencia del Tribunal Supremo británico sobre derechos trans, fue su forma de mostrar apoyo y solidaridad a la comunidad.
Un gesto que trasciende el fútbol
Casparij, internacional neerlandesa, explicó que la respuesta fue abrumadoramente positiva, con mensajes de agradecimiento de personas trans y aliadas de todo el mundo. «Quería compartir mi solidaridad y conectar a la gente», confesó, subrayando la importancia de mantener el fútbol femenino como espacio seguro e inclusivo.
Compromiso fuera del campo
El impacto de su acción llevó a Casparij a convertirse en patrona de la LGBT Foundation de Manchester, donde impulsa el programa Levelling the Playing Field para apoyar a mujeres y personas LGTBIQ+ en el deporte. «He aprendido a filtrar el odio, pero no es aceptable. El fútbol debe ser un lugar libre de discriminación», afirma.
En un contexto de creciente visibilidad y diversidad en la WSL, el ejemplo de Casparij recuerda que el fútbol puede ser mucho más que un juego: también es un espacio de resistencia y empatía.
Fuente: The Guardian.