Con ese lema, Gales debuta en una gran competición, emprende un apretado grupo junto a Inglaterra, Francia y Países Bajos, y busca, más allá de resultados, dejar un legado real.
De «sin excusas» a «primera vez»
El seleccionador Rhian Wilkinson ha instaurado una cultura de trabajo sin excusas, un cambio radical que llevó al equipo a clasificarse por primera vez para una gran cita.
La técnica —exjugadora olímpica— aprovechó su regreso a Gales tras una larga trayectoria en Canadá y EE.UU., culminando en la NWSL, para reconstruir un grupo sólido y comprometido .
La FA de Gales ha invertido en paridad: igualdad de salarios, preparación, instalaciones y apoyo técnico, cerrando brechas que parecían inalcanzables hasta hace poco.
Charlie Estcourt, centrocampista y voz fuerte del vestuario, subraya: “Queremos dejar un legado para las mujeres galesas… oportunidades que nosotras no tuvimos”.
Jess Fishlock, con más de 150 partidos y 46 goles, aporta temple y experiencia: “controla el tempo, trae goles, asistencias y calma cuando hay caos” .
Sophie Ingle, de 33 años y recuperada de una lesión de ligamentos, vuelve a ser pilar en el mediocampo .
Más allá del césped
Antes del torneo, la camiseta “Ein Crys Cymru” recorrerá los rincones de Gales, mostrando nombres de jugadoras y marcando una invitación abierta: “este momento nos pertenece a todas”.
Las visitas escolares y acciones comunitarias conectan a las futbolistas con niñas que anhelan dar el mismo paso que ellas antes no pudieron.
El grupo de la muerte… ¿y la sorpresa?
Frente a selecciones como Inglaterra, Francia y Países Bajos —campeonas recientes— Gales parte como la weakest link, pero con mentalidad de desafiantes .
“La experiencia del equipo masculino en 2016 inspira: fuimos el outsider y sorprendimos. Queremos replicar ese sentimiento” afirma Estcourt.
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