Con la voz entre la ilusión y la responsabilidad, Irene Paredes atendió a la prensa en el St. Jakob-Park a 24 horas de la primera final europea de la Roja. La zaguera subrayó que el grupo llega “con más recursos y bagaje que nunca”, pero advirtió de que todo lo hecho “no sirve mañana: es otro partido ante una grandísima selección”.
Delante estará Inglaterra, rival al que la capitana respeta sin complejos. “Las conocemos bien, compartimos vestuario con algunas y nos hemos hecho sufrir mutuamente. Tienen múltiples amenazas: Russo aún no ha marcado, pero las que salen desde el banquillo lo hacen muy bien. No podemos fiarnos de nadie; tocará defender y atacar con la misma seriedad”.
Paredes admite que disfruta el torneo “como quizá ninguno antes”, convencida de que la mezcla de generaciones y la madurez colectiva permiten transformar la tensión en impulso: “Aquí no hablamos de favoritismos; lo vemos como una oportunidad de hacer historia y de hacer disfrutar a la gente”. Esa gente, añade, se ha volcado desde España con pantallas y mensajes que les llegan “a cuentagotas, pero se sienten”. Para una jugadora que levantó el Mundial en 2023, la final de Basilea es “otro paso firme” en la normalización y el crecimiento del fútbol femenino: “Aún quedan puertas por abrir, pero estamos en el camino”.




