La NWSL vive días intensos tras el artículo de Elizabeth Eddy, jugadora de Angel City FC, quien pidió restringir la participación de atletas trans en la liga. Su postura, amplificada por medios conservadores, generó rechazo inmediato dentro y fuera del club.
La capitana Sarah Gorden alzó la voz en nombre del equipo: «Esa columna no representa a este vestuario. No estamos de acuerdo, sobre todo porque los matices son transfóbicos y racistas. Hay jugadoras directamente dañadas por lo escrito«.
Contexto: ¿realidad o pánico infundado?
Pese a los temores expresados, actualmente no hay jugadoras trans en la NWSL. De más de 1,000 futbolistas históricas, solo dos han sido abiertamente trans. Diversos estudios desmienten ventajas biológicas y señalan que el verdadero daño es la exclusión y el acoso, especialmente hacia mujeres racializadas como Barbra Banda.
El fútbol femenino, espacio de lucha colectiva
La reacción del vestuario de Angel City muestra cómo el fútbol puede ser un motor de inclusión y resistencia ante discursos excluyentes. La defensa de la diversidad es clave para que todas las niñas y jóvenes se sientan parte del deporte.
«Como mujer mestiza, con familia negra, me devastan los matices de ese artículo… Hay jugadoras en esta liga y en este vestuario directamente dañadas por lo escrito.» – Sarah Gorden
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Fuente: The Guardian.




