La noche en que Charlyn Corral volvió a acomodar el cuerpo, perfilar la zurda y enviar el balón al fondo, no solo firmó otro tanto con la naturalidad de quien respira fútbol. También dio un paso más hacia un territorio reservado para muy pocas. Con ese gol, la delantera se convirtió en la segunda máxima anotadora en la historia de la Selección Mexicana Femenil, alcanzando los 26 goles y superando a Iris Mora, una referencia de la primera gran generación del Tri.
Charlyn, que lleva más de una década combinando talento y resiliencia entre España y México, ha construido esta marca desde la constancia.
No siempre con los focos sobre ella, pero sí con un impacto profundo: movimientos entre líneas, precisión en el último toque y esa lectura del área que parece innata. Cada gol suyo cuenta algo más que una estadística; habla de un recorrido largo, lleno de adaptaciones culturales, de lesiones y de viajes infinitos.
Su nuevo registro llega en un momento clave para el Tri, que intenta consolidar un proyecto competitivo con miras a las próximas grandes citas internacionales.
Charlyn, ahora segunda en la tabla histórica, se mantiene como una pieza indispensable para un equipo que necesita voces expertas en la cancha. Y ella, con su gol 26, confirma que sigue siendo una de las mejores narradoras del ataque mexicano.





