A la estrella inglesa del Arsenal, Chloe Kelly se la conoce por aparecer en momentos grandes, por esa energía de acero que muchas veces se exige a las delanteras: resolver, sonreír, seguir. Pero su testimonio pone el foco donde casi nadie mira: en lo que pasa cuando el rendimiento se convierte en una jaula. En la etapa final de Manchester City, cuenta que la ansiedad no fue “un mal día”, sino una niebla constante que le apagaba la vida cotidiana y la obligaba a fingir normalidad para sobrevivir al vestuario, al calendario y a las expectativas que pesan sobre una figura de la WSL y de la selección inglesa.
Cuando la ansiedad se vuelve física, visible e imposible de esconder
Lo más duro de su relato es cómo la salud mental dejó de ser “algo interno” y se convirtió en síntomas que el cuerpo gritaba sin permiso: vómitos, ataques de pánico, miedo real a estar sufriendo un problema cardíaco, y la caída del pelo hasta hablar abiertamente de alopecia. Kelly lo describe sin adornos, con esa honestidad que incomoda porque es verdad: “Llegué a un punto en que no podía levantarme del suelo del baño porque no paraba de vomitar”, y en otro momento resume el bloqueo total con una frase que atraviesa: “La ansiedad me impedía levantarme”. No es debilidad; es alarma. Y cuando la alarma suena, lo valiente es escucharla.
No es solo “presión”: también es entorno, trato y cultura de club
Kelly señala el “comportamiento negativo” dentro del club como un factor que tuvo un “enorme impacto” en su bienestar, y ahí el debate se vuelve colectivo. Porque no todo se explica por la exigencia competitiva o por el foco mediático: también existe el desgaste silencioso de ambientes donde te minimizan, te aíslan o te tratan como un recurso que se exprime. La propia jugadora cuenta que intentaba sostenerse con rutinas pequeñas —pasear a sus perros, colorear, buscar calma— pero quedaba atrapada en un círculo vicioso donde el miedo a sentirse mal terminaba empujándola a sentirse peor. Y ese círculo, en el fútbol, muchas veces se alimenta de la frase más peligrosa: “Aguanta”.

Salir del bucle no es un milagro: es red, ayuda profesional y decisiones difíciles
En su historia no hay una solución instantánea, sino una combinación de apoyos y cambios reales: su pareja sacándola literalmente de ese lugar físico y mental donde se quedaba atrapada, su madre detectando que ya no era “solo cansancio”, y el acompañamiento profesional (psiquiatra, respiración, registro de emociones, journaling) para entender qué le estaba pasando y cómo volver a habitarse. Incluso menciona recursos cotidianos como una manta con peso que le ayudó en momentos críticos, porque a veces el primer paso es encontrar una mínima sensación de seguridad. Y la gran decisión, la que cuesta: cambiar de entorno para recuperar la alegría, sin romantizarlo, sabiendo que el cuerpo puede tardar en ponerse al día.
Lo que nos deja esto en el fútbol base: cuidar también es entrenar
La historia de Chloe Kelly importa más allá del foco porque baja una verdad al barro: si una futbolista de élite puede quedarse atrapada en la ansiedad, imagina una jugadora adolescente sin recursos, sin psicóloga, sin un club que escuche. En el fútbol base lo vemos en formas pequeñas: la niña que deja de ir, la que se enferma antes del partido, la que “está bien” pero se apaga en casa. Por eso esto no va de frases motivacionales, sino de cultura deportiva: entrenar sin humillar, competir sin castigar, corregir sin destruir, y crear vestuarios donde pedir ayuda no te quite valor ni minutos.
Invitación: hagámoslo acción, no solo conversación
Si eres entrenadora, compa de equipo, familia o club, usa esta historia como excusa para abrir una puerta esta semana: pregunta “¿cómo estás de verdad?”, no “¿estás lista para jugar?”. Revisad cómo habláis en el vestuario cuando alguien falla, cómo gestionáis los roles, cómo se acompaña a quien está lesionada o atravesando un mal momento. Compartid recursos de apoyo psicológico en el club y normalizad pedir ayuda profesional, igual que se normaliza ir al fisio. Y si conoces proyectos comunitarios que trabajen salud mental y deporte, dales visibilidad: porque el fútbol también puede ser refugio, si lo construimos así.
Os dejamos por aquí el programa completo de Fearne Cotton’s Happy Place, está en inglés pero podéis activar los subtítulos en español, merece mucho la pena.











