El Arsenal salió a Goodison Park con un plan reconocible y sin concesiones: presión alta, circulación rápida y muchas jugadoras por delante del balón. Durante el arranque, la posesión fue casi un monólogo visitante. Everton apenas podía enlazar pases para respirar y, con el bloque hundido, el partido se jugaba a menudo en tres cuartos, con las gunners instaladas cerca del área de Brosnan.
Ese dominio necesitó varias llegadas para convertirse en ventaja, pero el guion estaba escrito: insistencia, recuperación tras pérdida y golpeo desde la frontal. Así llegó el 0-1. Katie McCabe recogió una segunda jugada en la media luna, se acomodó el cuerpo ligeramente escorada y soltó un disparo tenso, cruzado, que viajó a media altura hasta besar el palo derecho. Imposible para la guardameta.
Intercambio de goles y nuevo golpe del Arsenal
La respuesta local fue instantánea y, por un momento, el estadio se encendió. Hayashi, también desde la frontal, conectó un derechazo limpio, de esos que no admiten réplica: directo a la escuadra de la portería de Zinsberger para igualar el encuentro y darle al Everton un impulso emocional que parecía cambiar el ritmo.
Pero el Arsenal no permitió que ese empate se asentara. Apenas un suspiro después, volvió a morder. Alessia Russo ganó el primer remate de cabeza; Brosnan alcanzó a reaccionar y sacó el balón, pero el rechace quedó muerto en el área pequeña. Ahí apareció Caitlin Foord, atenta y rápida, para empujar el 1-2 desde el corazón del área. En cuestión de minutos, el partido pasó del control visitante a una locura breve… y de nuevo al mando londinense.
Control visitante y parones que frenaron el ritmo
Con el marcador otra vez a favor, el Arsenal bajó una marcha sin renunciar a la idea: posesiones largas, paciencia para mover a un Everton que trataba de reajustarse, y amenazas constantes desde banda y zona interior. Las locales, obligadas a proteger el carril central, alternaban repliegue con intentos de salida más directa, buscando no quedar atrapadas en su propio campo.
La primera mitad, sin embargo, quedó marcada por dos interrupciones que cortaron el vuelo del partido. Cerca de la media hora, el juego se detuvo por una lesión craneoencefálica de Hayashi tras un choque con McCabe en un duelo aéreo, con impacto directo en el rostro. La pausa enfrió el ritmo y reorganizó los esfuerzos.
Poco después, llegó un segundo parón: Beth Mead recibió una entrada de Kitagawa en el tobillo y necesitó atención sobre el césped. La atacante pudo abandonar el terreno de juego por su propio pie y, finalmente, reincorporarse. A partir de ahí, el tramo final antes del descanso fue más espeso: menos continuidad, menos ocasiones claras y un tempo que ya no era el de los primeros minutos.
Una segunda parte más abierta y con menos control posicional
Tras el intermedio, el Arsenal volvió a llevar el peso, aunque con menos profundidad y sin la misma facilidad para pisar área. El encuentro se ordenó por momentos, con posesiones más previsibles y un Everton que encontraba pequeñas ventanas para salir. Aun así, la primera oportunidad realmente nítida de la segunda mitad no llegó hasta el 57: Russo remató desde una posición algo escorada y una defensora logró desviar lo justo para mandar a córner.
En el banquillo visitante, Sleegers eligió una lectura ambiciosa pese a la ventaja. Retiró a Kim Little para sumar presencia ofensiva con Stina Blackstenius, buscando una referencia más junto a Russo. El otro movimiento fue en banda: entró Smith por Mead, un cambio pensado para recuperar chispa y amenaza al espacio.
Más espacios, mayor dinamismo y sentencia final
Con el paso de los minutos, el partido dejó de ser un ejercicio de control posicional y se convirtió en algo más abierto. Había más metros entre líneas, las transiciones se alargaban y el balón circulaba con menos oposición en la zona media. El Arsenal mantenía mayor posesión, sí, pero ya no dominaba con la misma autoridad territorial. Y ahí Everton creció: a partir del 70, empezó a asomarse con más frecuencia y a generar sensación de peligro, empujado por la necesidad y por los huecos que empezaban a aparecer.
Pero en los finales también se decide quién tiene colmillo. Y el Arsenal lo tuvo. En los instantes definitivos, Smith encontró un balón en la frontal y lo empalmó de primeras con la derecha. El bote previo descolocó a la portera y el disparo terminó entrando de forma traicionera por la escuadra: un 1-3 que sonó a cierre definitivo, “sobre la bocina”, cuando el partido parecía pedir un último esfuerzo local.
Después del golpe, Everton aún dispuso de una de sus opciones más claras en la recta final, sin premio. Y ya en el 88, el Arsenal rozó el cuarto: Russo se sacó un disparo que se estrelló en la cruceta, confirmando que incluso con el marcador resuelto, las visitantes no habían perdido el apetito.
Con esta victoria, el Arsenal se coloca de forma momentánea en la segunda posición de la Women’s Super League, a la espera de lo que ocurra en el resto de la jornada; en el escenario más desfavorable, podría acabar como máximo en cuarta plaza si sus rivales directos ganan. Everton, por su parte, se mantiene noveno, con la posibilidad de caer una posición según los resultados.
Fuentes
- Paula Valiente: Futbol con F de Femenino, “5 minutos, 3 goles y otro sobre la bocina”,











