Lucy Connolly-Brame, defensora inglesa de 20 años, se lesionó el 26 de octubre de 2025 en un partido de la Adobe Women’s FA Cup ante el Oxford United: rotura completa del LCA, daños en LCL y MCL, y lesión parcial de menisco. La secuencia fue la temida: “pop” en la rodilla y caída inmediata. Sin recursos para operarse por la vía privada y con una lista de espera del NHS cercana al año, Lucy ha abierto un crowdfunding para costear la cirugía y la rehabilitación, presupuestadas en £12.000.
Su campaña refleja una realidad incómoda del ecosistema semiprofesional: cuando te lesionas, dejas de jugar… y de trabajar. La inactividad forzosa multiplica la presión económica y emocional, y convierte el reloj en un adversario más. Aun así, la respuesta de la comunidad ha sido rápida: £9.005 recaudadas (76%) con 218 donaciones a 18 de noviembre de 2025. Más allá del número, cada aportación sostiene una promesa: volver a competir sin miedo, volver a vivir sin dolor.
El caso de Lucy se suma a un patrón que el fútbol femenino conoce bien: lesiones de LCA con impacto desproporcionado en carreras jóvenes y presupuestos frágiles. Urgen mejores coberturas y un marco de prevención y recuperación que no dependa de la suerte ni de la caridad. Mientras tanto, la ola de apoyo a su causa recuerda algo esencial: el tejido del fútbol —aficiones, compañeras, clubes de base— puede amortiguar la caída, pero la estructura debe garantizar que nadie quede atrás por una rodilla.





