El pasado 2 de diciembre de 2025, la Selección Española de Fútbol Femenino congregó 55.843 aficionados en el Metropolitano, cifra récord histórico para un partido de la selección femenina en España. El dato supera con claridad el anterior máximo, los 32.657 espectadores que asistieron en febrero de 2024 a una final en La Cartuja, Sevilla.
¿Qué significa este récord?
Ese volumen de público representa mucho más que una gran entrada: simboliza un salto cualitativo en el seguimiento y la valoración social del fútbol femenino. Solo hace unos años era impensable que más de 50.000 personas se reunieran para ver un partido de mujeres. La afluencia acumulada —multiplicando por más de 3 las cifras de 2023– señala que la Selección ha dejado de ser “una excepción” para convertirse en un referente de masa.
Este crecimiento no obedece únicamente a éxitos deportivos. También revela un cambio cultural: ligas femeninas más visibles, cobertura mediática superior, y una demanda social creciente de igualdad en el deporte. La imagen de un estadio casi lleno exige reflexionar sobre inversiones, infraestructuras, patrocinio y apoyo institucional.
✍️ El 𝟮 𝗱𝗶𝗰𝗶𝗲𝗺𝗯𝗿𝗲, en el 𝗠𝗲𝘁𝗿𝗼𝗽𝗼𝗹𝗶𝘁𝗮𝗻𝗼 se hizo 𝗵𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮.
— Selección Española Femenina de Fútbol (@SEFutbolFem) December 2, 2025
𝟱𝟱.𝟴𝟰𝟯 𝗮𝗳𝗶𝗰𝗶𝗼𝗻𝗮𝗱𝗼𝘀 batieron el récord de asistencia en un partido de la @sefutbolfem.
🤩 Sois increíbles.#LaFinalContigo | #JugarLucharYGanar pic.twitter.com/C3TRy5gNor
¿Dónde estamos y hacia dónde vamos?
El salto de los 32.000 a los 55.000 es un cambio estructural: una demostración palpable de que existe público, ilusión y mercado para el fútbol femenino. Pero aún hay camino por recorrer: aumentar la regularidad de llenos, asegurar visibilidad mediática, y consolidar estructuras de sostenibilidad.
Políticas públicas y deportivas deberían aprovechar este momento. Es hora de diseñar estrategias de largo plazo: más facilidades para jóvenes futbolistas, incentivos para clubes y patrocinadores, y calendarios que no compitan con grandes citas del fútbol masculino.
Pregunta para reflexionar: ¿cómo puede la administración deportiva —local y nacional— garantizar que este repunte de interés no sea puntual, sino el inicio de una cultura estable de igualdad en el deporte?







